Origenes incluidos en esta edición

Breve historia de su procedencia

La dupla está encabezada por un café es oriundo de Apolo, un región del departamento de La Paz, Bolivia. Allí se sitúa la finca Yanaloma, ejemplo de tradición e innovación en la producción de café de especialidad: dirigida por Roberto Mendoza, uno de los pioneros en el cultivo de café en Bolivia, esta finca familiar ha adoptado técnicas de semi-mecanización, es decir, incorporación de tecnología que incrementa la eficiencia en la cosecha y el beneficio sin sacrificar la calidad artesanal del proceso completo, que es parte de la identidad.

A este café lo complementa el Émerald, un grano brasileño que se destaca por su cuerpo intenso, producto de la curva de tueste aplicada. Cultivado a 1200 metros de altitud, algo superior que el promedio de aquel país para cafés de especialidad, es una fusión natural de las variedades Catucai y Catuai con beneficio natural, lo que significa que las cerezas de café se secan al sol y realzan los atributos naturales del grano. Este método de secado ayuda a mantener intactas las características intrínsecas del café, generando una experiencia sensorial notable.

Notas de cata y recomendaciones

En cuanto al Apolo, es un café que se caracteriza por un perfil sensorial ligero, que incluye notas a cacao, vainilla y té verde. Su baja acidez y su cuerpo equilibrado lo hacen agradable al paladar para personas que disfrutan de un espresso liviano. El proceso de beneficiado incluye un estacionamiento de 72 horas en tanques de agua, lo que le aporta cuerpo más estructurado, algo que se nota en los métodos de filtro, por lo que es recomendable para quienes optan por cafeteras como la Prensa Francesa y la Aeropress.

El Émerald, por su parte, presenta notas dulces y a frutos secos, como castaña, cacao y chocolate amargo, que lo convierte en una opción ideal para quienes buscan un café con cuerpo y matices intensos. Ofrece un espresso de gran estructura que combina muy bien en preparaciones con leche.