Se sabe que la Cordillera de los Andes bordea la costa occidental de América del Sur y es una formación geológica común a toda la región, desde la Patagonia argentina hasta Centroamérica. Sin embargo, en nuestra conversación con productores de la finca Samaria del mes pasado, Adriana Adolphs y Mauricio Osorio nos hicieron una precisión geográfica: en el extremo colombiano -del mismo modo que en su zona media- la Cordillera se ensancha y, debido a esa extensión, allí identifican tres ramales o zonas diferentes. Es decir, para hablar de los pueblos andinos es necesario identificar si se ubican en la Cordillera Occidental, la Cordillera Oriental o la Cordillera Central.

Inza es un pequeño municipio ubicado, precisamente, en la zona central, núcleo del famoso Eje Cafetero. Es el grano que abre la línea rotativa de este mes. Cultivado a 1700 metros sobre el nivel del mar, este café se beneficia de las condiciones agroecológicas excepcionales de toda la región, donde los suelos de ceniza volcánica, las temperaturas moderadas (19-22°C) y una precipitación anual de 1300-1800 mm crean un entorno perfecto para el cultivo de granos de alta calidad.

El proceso de beneficio totalmente lavado y el secado natural al sol son parte esencial de la producción, garantizando la preservación de las cualidades sensoriales de este café. En taza, el Inza Excelso ofrece un perfil que destaca por sus notas a frutos rojos, almendra y limón, acompañadas de un aroma especiado y frutal. Su acidez es jugosa y brillante, mientras que el cuerpo es balanceado, lo que lo convierte en una opción perfecta para quienes buscan tanto un espresso complejo como un filtrado sutil.

Está acompañado por un café oriundo de Apolo, en el departamento de La Paz, Bolivia. Allí se sitúa la finca Yanaloma, ejemplo de tradición e innovación en la producción de café de especialidad: dirigida por Roberto Mendoza, uno de los pioneros en el cultivo de café en Bolivia, esta finca familiar ha adoptado técnicas de semi-mecanización, es decir, incorporación de tecnología que incrementa la eficiencia en la cosecha y el beneficio pero sin sacrificar la calidad artesanal del proceso completo que es parte de la identidad.

A menor altura que su compañero de la línea Rotativa, este café se caracteriza por un perfil sensorial más ligero, que incluye notas a cacao, vainilla y té verde. Su baja acidez y su cuerpo equilibrado lo hacen agradable al paladar. El proceso de beneficiado incluye un estacionamiento de 72 horas en tanques de agua. Apolo es el café destacado, además, de la línea estable, que completa su presentación con el Amabile.

A diferencia de las ediciones anteriores, en las que predominaron los cafés de Minas Gerais, el Amabile proviene de la región de Sorocabana, en el estado de São Paulo, Brasil. De similar altura, ya que se cultiva a una altitud de 850 metros, fue cosechado en mayo de este año. Este café de variedad Catiguá y su proceso de preparación natural con secado al sol en patios permite que los sabores se concentren de manera óptima.

El Amabile ofrece una experiencia sensorial suave y aterciopelada, con notas predominantes a nueces, caramelo y chocolate, destellos dulces que combinan muy bien en preparaciones con leche. Su cuerpo es cremoso y equilibrado, con baja acidez, recomendado para quienes disfrutan de espressos amables.