Gracias al café tenemos webcam: una jarra de filtro, en el origen del invento


Gracias al café tenemos webcam: una jarra de filtro, en el origen del invento

Pensar la tecnología no solo implica describir el hardware sino también los usos y prácticas asociadas a él. Las computadoras y la web nos permiten establecer conexión al instante con cualquier parte del mundo, acción que los celulares y las redes sociales han facilitado mucho más. El gran signo de época es la transmisión de la cotidianeidad, algo que encuentra un origen muy peculiar vinculado al café.

La historia nace en el laboratorio de computación de Oxford, en el que unos quince profesionales, repartidos en todo el edificio, compartían una única cafetera de filtro, situada en una de sus aulas, el Trojan Room. Cada vez que necesitaban rellenar su taza, los investigadores debían trasladarse hasta ese cuarto y muchas veces llegaban para encontrarse con que la jarra ya había sido vaciada por sus colegas.

“Una de las cosas más importantes entre los investigadores de ciencia computacional es un constante flujo de cafeína”, declaró Stafford-Fraser a la BBC hace unos años.

Cuesta creer que en la Inglaterra de los años ’90 no hubiese presupuesto para adquirir varias unidades de este modesto electrodoméstico y repartirlas en los distintos pisos. Pero como se trataba de un grupo de expertos en informática, propusieron la solución a su modo para comunicarle a todos los integrantes del grupo el estado de la cafetera y evitar traslados en vano por la universidad.

El resultado, desarrollado por Quentin Stafford-Fraser y Paul Jardetzky, fue conectar una vieja cámara de video, una digitalizadora y una computadora en desuso para correr un programa que tomara, tres veces por minuto, una foto de la jarra (de 128 x 128 píxeles, en blanco y negro), lo que permitía saber con bastante precisión -a pesar de la baja calidad- si valía la pena recorrer el edificio en busca de más café. O, en su defecto, esperar a que se recargara. Este desarrollo fue bautizado como Xcoffee.

Secuencia de fotos de la Xcoffee que muestra el nivel de llenado de la jarra de filtro ubicada en el Trojan Room

Ese invento inicial subió de nivel con la llegada de la web, los navegadores y la posibilidad de acceder en forma remota al contenido: usar un navegador evitaría la necesidad de correr una aplicación y, en cambio, podían hacerlo a través de una página web. De ahí que el 22 de noviembre de 1993, hace 30 años, conectaron la computadora que gestionaba la cámara a la web y así nació la webcam.

Cualquiera que tuviera el link a la página podía ver la cafetera y lo que sucedió a partir de ese momento sorprendió a todos: el rumor se extendió y muy pronto miles de entusiastas de la tecnología de todo el mundo accedían a las imágenes de la cafetera ubicada en el cuarto troyano de la Universidad de Cambridge.

En ese entonces, que desde cualquier parte del mundo se pudiera ver la cafetera, gratis, en tiempo real, y sin más trabajo que cliquear en un link, fue un boom. Sin embargo, la historia llegó a su fin en 2001, cuando finalmente contaron con cafeteras en todos los pisos, la webcam perdió sentido y la desconectaron. Dejó, no obstante, un legado fundamental: la creación de una nueva familia de dispositivos, llamados webcams, y de un concepto de contenido en vivo transmitido en forma permanente en la web.

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